LA FRÁGIL CONSISTENCIA DE LA VERDAD

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Gabriel Moreno Jiménez


¿Existe alguna diferencia entre considerar la Tierra plana o esférica? ¿Es plana, esférica o ninguna de las dos cosas?

Nacemos rodeados de certezas. Al niño hay que darle precisiones para que se sienta seguro. Así venimos al mundo, recibiendo verdades absolutas o errores absolutos. Y así se continua en el colegio, la universidad, etc. recibiendo conocimientos como si fueran eternos e inmutables. Echados estos cimientos el resto aparece por sí sólo. Creencias, ideologías, religiones contienen verdades absolutas y a ellas nos prendemos como si fueran tablas de salvación. Indudablemente es más cómodo, aunque no más seguro, vivir aferrados a nuestras ideas, a nuestro credo. Pues además nos sirve como brújula vital.

Por esta condición humana de considerar las propias creencias o conocimientos como verdades definitivas ha surgido siempre la pulsión de imponerla a los demás. Por ello se ha derramado mucha sangre inocente, unas veces por obligar a profesar la propia religión, otras por imponer un pensamiento determinado. Y en ello seguimos, imponiendo verdades. Encerrando en el ostracismo a los diferentes y heterodoxos.

La humanidad ha alcanzado conocimientos científicos muy elevados gracias a obviar las verdades absolutas. Cuando creía haber llegado al límite surgía un nuevo fenómeno y era como volver a empezar. La comunidad científica se ha guiado por una máxima muy eficaz: las cosas parece que funcionan así. No dice, las cosas funcionan así si no que parece. Deja abierta otras posibilidades. Si se hubiera agarrado a verdades terminadas, absolutas, definitivas no habría avanzado.

Por ejemplo, durante muchos siglos se consideró que la Tierra era plana. Y las cosas funcionaban. Los barcos griegos, de la Grecia clásica, tenía perfectamente cartografiado el Mediterráneo con sus latitudes y longitudes, no se perdían navegando, a pesar de que consideraban la Tierra plana. Y es que entre la Tierra plana y la Tierra esférica hay una diferencia casi imperceptible. La curvatura de la Tierra es de tan solo 0,000725 metros por kilómetro, aproximadamente. Una cantidad muy próxima a cero. Esta cifra tan reducida es la que convierte la tierra en esférica. ¡Qué insignificancia modifica una verdad! Aunque de nuevo cometemos otro error. Si fuera esférica todos sus diámetros medirían lo mismo, pero existe una diferencia de 44 kms. entre el diámetro mayor y menor (el que pasa por el ecuador, y el que cruza los polos), luego es un esferoide. Con lo que surge otro problema: el grado de error. ¿Qué error es más abultado, Tierra plana-Tierra esférica o Tierra esférica-Tierra esferoide? Un pequeño error numérico incide profundamente sobre la arquitectura conceptual. El cuerpo conceptual lo cambia todo.

Durante mucho tiempo se creyó que la velocidad de la luz era infinita. Pero sólo avanza a 300.000 km/s. Si fuera infinita recorrería un kilómetro en cero segundo. Pero como no lo es tarda: 0.0000033 segundos. Es una cantidad muy próxima al cero. Es decir, la diferencia entre verdad y mentira es minúscula, pero muy importante para el desarrollo actual de la humanidad. Si desconociéramos esa diferencia, entre otras muchas cosas, no podría funcionar el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) resultando más complicada la orientación geográfica.

A finales del siglo XIX se consideraba que se conocía ya prácticamente todo el funcionamiento del universo. Quedaban un par de hilos por explicar. Uno de ellos era la curva de la radiación emitida por un cuerpo negro (opaco y no reflectante): las mediciones no se ajustaban a la teoría. Hasta que a Planck se le ocurrió un ajuste que ni él mismo creía. El universo dejó de ser continuo para convertirse en corpuscular. El universo es granulado. Hasta la luz resulta ser una onda empaquetada en pequeños corpúsculos llamados fotones, cuantos de energía. El valor de ese estado cuántico está determinado por una constante universal llamada constante de Planck cuyo valor es: 6,62607015 dividido por diez elevado a 34. Algo así como: 0,000000000000000000000000000000000662607015 J.s. Esta cantidad tan insignificante, tan próxima al valor cero hace que el universo sea de una manera y no de otra; que esté formado por “cuantos” de energía y materia, y no sea un todo continuo. Al conocer esta nimiedad surgió una nueva física que es la que nos rodea hoy en día con sus láseres, tv, móviles e infinidad de tecnología de uso habitual por una gran mayoría de los seres humanos, la mecánica cuántica, la ciencia más exacta creada por el homo sapiens.

Estos tres ejemplos deberían llevar a pensar que, si las cosas suceden así con la naturaleza a la que podemos medir, pesar, contar, qué no sucederá con nuestras ideas. El ser humano construye cuerpos conceptuales, ideologías, religiones a base de la reflexión abstracta basada en la experiencia y la observación. Nunca pueden ser inamovibles, pues ligeras modificaciones de la realidad pueden dar al traste con toda una filosofía, con nuestras creencias. Las creaciones abstractas nunca van a ser superiores a la comprensión científica de la realidad, ni estarán protegidas contra los movimientos sociales, políticos, económicos, desarrollo tecnológico, etc.

Los científicos trabajan imitando a Penélope, destruyen de noche lo construido de día. Es decir, cuando consiguen extraer una idea buena la depuran y la amplían a medida que mejoran sus instrumentos de medición.

Las certezas sobre las que asentamos la vida están siempre a un tris de colapsar. Si es que no han colapsado ya. El niño necesita seguridades. El adulto debe saber convivir con las preguntas y la provisionalidad. Si se descubre la belleza de caminar al borde del precipicio, se podrá comenzar cualquier discusión sin nociones preconcebidas y no comprobadas. Es la actitud adulta de búsqueda incesante de nuevos elementos, de nuevas variables para aproximarnos a la verdad, para comprender la realidad e insertarnos en ella como sujetos transformadores. Por supuesto que esta actitud exige trabajo y esfuerzo para seguir investigando para construir el propio pensamiento, ¡siempre provisional!

 

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