CON LAS PENSIONES NO SE JUEGA
Hormigas Rojas.
A pesar de los perversos efectos de la Pandemia, de la fuerte polémica de los indultos, de los adversos resultados de los partidos de izquierda en las elecciones celebradas en Madrid y de la renuncia de Pablo Iglesias al acta de diputado en la Asamblea madrileña, el Gobierno de coalición ha recobrado con fuerza la iniciativa en el tablero político.
De acuerdo con las directrices emanadas de la Unión Europea,
el actual Gobierno está trabajando en cinco grandes asuntos: el cambio
climático, la digitalización, la superación del desempleo y de la precariedad
de los más jóvenes, la consolidación de las libertades y, finalmente, el
problema del envejecimiento. Este último asunto impacta fuertemente en el gasto
en farmacia, en el propio Sistema de salud pública y, sobre todo, en el
gasto social: ayudas a la dependencia, a la sostenibilidad de la Seguridad Social
(SS) y, por lo tanto, a la cuantía de las pensiones.
Por eso, en relación con este último punto, el reciente Acuerdo
firmado entre los interlocutores sociales y el Gobierno resulta especialmente relevante,
tanto por el protagonismo y la representatividad de los firmantes como por el
contenido del mencionado Acuerdo que, en todo caso, apuesta por mantener
y consolidar el Sistema Público de Pensiones. En concreto, mantiene la
revalorización de las pensiones sujeta al IPC del año anterior, consolida la
separación de fuentes, elimina el factor de sostenibilidad del PP, llamado a golpear
a los actuales y nuevos pensionistas, acepta el recurso a la fiscalidad ante un
posible déficit de la SS (impuesto especial o recurso a los PGE), incentiva el
retraso de la jubilación y, por el contrario, penaliza la jubilación anticipada.
Esta última medida pretende acercar la edad real de jubilación (en estos
momentos en unos 64,6 años) a la legal (entre 65 y 66 años en 2021).
Otros asuntos importantes quedan pendientes de ser acordados
más adelante. En este sentido destacan el aumento de las cotizaciones sociales
(afectadas por su posible repercusión en el empleo), el destope de las
contribuciones al Sistema, el cómputo de años para fijar el cálculo de
las pensiones (se baraja incluso la totalidad de la carrera laboral), abordar
la fiscalidad de los fondos complementarios de pensiones (y desde luego promocionar
los fondos de empleo en las empresas) y, finalmente, reflexionar sobre la
solidaridad intergeneracional.
En todo caso, la sostenibilidad de la SS exige sobre todo un
nuevo modelo de crecimiento económico y social, donde se potencie una inédita
concepción del sector industrial (principal vector de innovación), que le permita
ser el motor de la innovación en todos los sectores creadores de empleo, como
la salud, el ocio, los servicios a las empresas, la producción agropecuaria, el
medio ambiente, la producción y conservación de la energía, infraestructuras,
la modernización de las administraciones
y el transporte del futuro (incluido una nueva forma de urbanismo). Por lo
tanto, es el momento de revertir los efectos más perniciosos del neoliberalismo,
entre ellos la mengua de todo lo público, lo que exigirá fortalecer aún más el
papel emprendedor del Estado y, en coherencia con ello, aumentar las
inversiones públicas en colaboración con el sector privado. Razones poderosas
para que el sector industrial piense más en el conjunto de la economía y
trabaje por mejorar la producción de bienes de capital en todas las actividades
que generen empleos de calidad, lo que garantizará una sociedad más eficiente,
eficaz e igualitaria. No olvidemos que diversos estudios sociológicos confirman
que por cada puesto de trabajo altamente cualificado se producen de media cinco
puestos en la industria auxiliar.
Efectivamente, la sostenibilidad de la SS sólo será posible
con un gran esfuerzo de todos, que nos garanticen los ingresos, que actualmente
financian y, finalmente, financiarán las pensiones del futuro. Los beneficios
de esta política son evidentes: creación de empleo y riqueza, mejora de las
prestaciones sociales y, en concreto, mantenimiento de las pensiones como el
factor más importante de la vertebración de la sociedad, al asegurar un futuro
digno a todos los trabajadores. Recordar una vez más: con las pensiones no se
juega.
Por eso, ha llamado profundamente la atención que el ministro
Escrivá después de la firma del Acuerdo mencione el problema que se
pueda generar al incorporarse a la jubilación la generación del Baby Boom
(los nacidos entre 1958 y 1977, que representan la corte demográfica más
voluminosa): “podrán elegir entre un ajuste pequeño de su pensión o trabajar
algo más”. No es extraño que la CEOE y los propios sindicatos se hayan
desmarcado de estas declaraciones, que no tiene ninguna justificación, resultan
impropias y sumamente inoportunas, además de carecer de un mínimo rigor político.
Sobre todo, cuando todos sabemos que el
problema de la SS no es el gasto social (por debajo de la UE) sino los ingresos
del Sistema.
Lógicamente, en el actual contexto político, la derecha y, sobre
todo el PP, han aprovechado estas manifestaciones para arremeter contra el Acuerdo,
a pesar de haberlo firmado la CEOE. Un nuevo despropósito que confirma la
deriva política del PP -en su afán por derribar al Gobierno a costa de todo-
alejado de los problemas reales que preocupan a los ciudadanos. Con el
agravante de que el PP mantiene su rechazo a cualquier acuerdo con el Gobierno
y sigue bloqueando la renovación de los órganos institucionales donde tiene
mayoría: Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal de Cuentas o el
Tribunal Constitucional.
En cualquier caso, el Gobierno debería despejar los asuntos
pendientes en fase de negociación: la ley de vivienda, el incremento del SMI y
la derogación de las reformas laborales. Los dos últimos asuntos están relacionados
con el incremento de los salarios más bajos y fuera de convenio, con la
superación de la escandalosa precariedad de nuestro mercado de trabajo y con el
fortalecimiento de la negociación colectiva y, en especial, de los convenios de
sector. Al margen de trabajar a fondo en el reparto y gestión de los fondos
europeos: transición ecológica, digitalización, cambio de nuestro modelo
productivo y de abordar los graves problemas derivados de la despoblación en
nuestro país.
A ello hay que añadir el combate contra la Pandemia (vacunación
y fortalecimiento de la asistencia primaria) y la presentación de los próximos
PGE, que nos garantice acabar la legislatura y frenar definitivamente las
aspiraciones de las derechas de un adelanto electoral forzado en estos
momentos. Por eso, si Pedro Sánchez decide remodelar el Gobierno es el momento
de hacerlo para comenzar el nuevo curso político en las mejores condiciones
posibles y responder así a las crecientes demandas de los ciudadanos.
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