NUEVA LEY DE ENSEÑANZA: LA EDUCACIÓN NOS HACE LIBRES
Gabriel Moreno Jiménez
Acaba de aprobarse en las Cortes una nueva Ley de educación con muy poco debate en la sociedad, en la comunidad educativa, en los medios de comunicación y, por el contrario, con una excesiva confrontación ideológica y una gran proliferación de declaraciones gruesas y muy poco rigurosas y edificantes. En España llevamos cuarenta años cambiando las leyes de educación guiados por la falsa premisa de que cambiar la ley significa cambiar la educación. Un principio falso que sólo denota ingenuidad en la mejor de las interpretaciones. La educación sólo cambia cuando cambia lo que sucede dentro de las aulas y en la sociedad civil.
En esta ocasión hay dos vectores
que marcan y orientan la llamada Ley Celaá (LOMLOE). El primer vector considera
que cada época tiene sus necesidades educativas y formativas: es decir, el llamado
“modelo de escuela”. En la etapa actual, según los autores de la Ley, el “modelo
de escuela” debe educar a la ciudadanía, socializar al niño-adolescente y
definir la justicia social, la igualdad de género, la transición ecológica, el
cumplimiento de las obligaciones fiscales, etc. El segundo vector Intenta
integrar la educación en el mundo del trabajo cuando nadie conoce todavía cuáles
serán las profesiones de la nueva sociedad postindustrial que lleva un par de
décadas gestándose. Según los expertos, en menos de una década, desaparecerán
el 50% de los actuales puestos de trabajo susceptibles de ser robotizados.
La sociedad industrial de
maquinaria pesada, trabajo en cadena y factorías con un gran número de trabajadores,
está dando paso a un tipo de sociedad en la que la tecnología inmaterial se
convierte en la principal herramienta de producción. El cerebro humano es la
maquinaria pesada de esta nueva civilización que está surgiendo. El trabajador,
fácilmente sustituible en la era industrial, en esta nueva etapa precisa años
de educación, y aprendizaje a través de la experiencia especializada. El
cerebro no es fácilmente intercambiable. Aunque la actividad laboral clásica
seguirá persistiendo por mucho tiempo, la sociedad postindustrial marcará el
ritmo y las condiciones de la nueva sociedad.
La importancia de la educación es
reconocida desde tiempos inmemoriales, pues es lo que permite el avance social
y la convivencia humana. La mitología griega refiere que cuando los dioses
terminaron de formar todas las especies mortales encargaron a dos titanes
distribuir las habilidades y facultades- entre todas las especies- de manera
diferente y complementaria. Uno de ellos, Epimeteo, “el que piensa después de
actuar”, dio todas las cualidades a los seres irracionales olvidándose de los
humanos. Prometeo, “el que piensa antes de actuar”, robó el conocimiento de las
artes del taller de Atenea y el fuego del de Hefesto, ofreciéndoselo como
regalo a los desheredados entre la fauna viviente, los humanos. Sabiduría para
conservar la vida y aprender a vivir en sociedad. A eso se le llama educación,
concebida no solamente como instrucción para ganarse la vida, sino como una
forma profunda para saber distinguir lo correcto, lo verdadero, lo justo, lo
que da sentido a la vida. Ese fue el eje sobre el que se construyó la
democracia en la Grecia clásica hace veinticinco siglos, forma de gobierno
político que todavía no ha sido superado. Esa sabiduría profunda, que buscaba
la excelencia en la acción humana y la virtud como razón de ser, era la máxima
aspiración de aquella sociedad ejemplar en muchos sentidos.
Sin embargo, desde los años
ochenta del siglo pasado la educación de nuestro país se ha ido desvirtuando
hasta convertirse en un nuevo factor de desigualdad social. Las sucesivas
crisis económicas desde el 2002 hasta ahora no han hecho más que acentuar las
diferencias sociales entre los que pueden pagarse una buena formación y los que
no. Educación deficiente para la mayoría social, educación privilegiada para
las élites económicas. Lamentablemente, el lugar de nacimiento y procedencia
determina la calidad de la enseñanza y, por lo tanto, el futuro del joven. La
polarización en la formación tiene una relación directa con la polarización en
la economía, en la forma de vida y en los asalariados. La educación es la madre
de los recursos económicos y culturales que estarán disponibles para cada
persona a lo largo de su existencia. Determina las posibilidades de desarrollar
una vida digna y plenamente desarrollada; despliega, hasta el límite, todas las
capacidades ya sean creativas, culturales, lingüísticas, científicas trascendiendo
la existencia material sin dejar atrás el disfrute de los sentidos. En
definitiva, la educación es un derecho fundamental de todas las personas.
Como se ha señalado con
anterioridad, la ley LOMLOE ha pasado el trámite parlamentario con muy poco
debate y entre los aplausos de unos y el griterío de otros. Ruido, como si los
decibelios fueran el mejor argumento de las Cortes Españolas, muy por encima
del debate de ideas y propuestas alternativas. Consecuentemente, será una ley
efímera, por lo que padres y alumnos sufrirán de nuevo el tormento adaptativo a
nuevas normas en un período determinado por el cambio de Gobierno.
Los puntos vertebrales de la
nueva norma se concretan en:
1 Las
consejerías de educación darán prioridad a los centros públicos por encima de
la demanda de los centros educativos concertados. Se elimina la separación por
sexo. Si los conciertos no se renuevan se convertirán en centros privados, por
lo que difícilmente serán asequibles a las clases económicamente más modestas.
2. En
la educación primaria se vuelve a los tres ciclos de dos cursos cada uno. Se
eliminan las asignaturas troncales, específicas y de libre configuración, al
proponer materias obligatorias y optativas.
3. Elimina
la obligación de cursar una asignatura alternativa a la de religión. Ésta no
formará parte de la nota media.
4. En
primaria y secundaria se estudiará una asignatura de valores cívicos y éticos
centrada en el conocimiento y el respeto de los derechos humanos, de la
infancia y la igualdad entre géneros.
5. Los
contenidos básicos del currículum los diseñará el Gobierno debiéndose cumplir en
un 55% de los horarios escolares en las comunidades con lengua cooficial y en
un 65% en las restantes.
6. Se
sustituyen los itinerarios de la ESO por los programas de mejora de
oportunidades a partir del tercer curso de secundaria. Se obtiene el título único
de la ESO que permite acceder al bachillerato o a la formación profesional.
7. Las
consejerías educativas regularán las condiciones para el desarrollo de un
bachillerato progresivo en tres cursos. Se facilita el acceso al bachillerato
al alumnado del régimen especial. Se puede obtener el título por compensación
si no se hubiera superado alguna asignatura.
8. No
se podrán repetir cursos en primaria. Sólo se podrá repetir al final de cada
etapa. En la ESO se podrá pasar de curso con dos asignaturas suspendidas. El objetivo es reducir el alto nivel de
repeticiones que se producen en España. En 2018 estaban repitiendo curso en
España el 29 % de los estudiantes de quince años frente al 13% de la UE.
9. Se
eliminan las reválidas sustituyéndolas por evaluaciones de diagnóstico al final
de cada etapa, con carácter informativo, formativo y orientador. Serán
muestrales y plurianuales.
10. Gobierno y consejerías de educación de las comunidades autonómicas desarrollarán un plan para integrar los centros de educación especial en los centros de formación ordinaria.
11. Mención
especial merece el uso del castellano como lengua vehicular. Tanto por las
oportunidades sociales, el significado y el revuelo surgido. El castellano deja
de ser el vehículo exclusivo de transmisión de conocimientos. Las consejerías
de educación fijarán la proporción del uso de la lengua castellana y de la
lengua cooficial como lengua vehicular y las materias que se impartirán en cada
una de ellas. La nueva Ley exige el dominio pleno del castellano en todas las
comunidades:
"Las Administraciones
educativas garantizarán el derecho de los alumnos y las alumnas a recibir
enseñanzas en castellano- lengua oficial del Estado- y en las demás lenguas cooficiales
en sus respectivos territorios. El castellano y las lenguas cooficiales tienen
la consideración de lenguas vehiculares, de acuerdo con la normativa
aplicable". Los inspectores de enseñanza serán nombrados a discreción, sin
proceso de selección como actualmente a través de oposiciones.
Por lo
tanto, resulta retórico “garantizar el derecho a recibir enseñanzas en
castellano”. Puede ser obviado si las autoridades políticas de las comunidades autónomas
así lo deciden.
¿Por qué es tan relevante el uso del
castellano? Porque es un lenguaje universal, el más hablado en el mundo después
del chino mandarín. Sólo este hecho sería suficiente para considerar lo
imperativo del aprendizaje de esta lengua que ya abre puertas a la posibilidad
de encontrar medios de vida a los que no los tienen por herencia. El lenguaje
es la gran herramienta laboral de la clase trabajadora. Si se le sustrae se
empobrece pues se reducen sus posibilidades profesionales. En los intersticios
de la sociedad actual está una potente red digitalizada que sustenta una
inteligencia artificial incipiente conteniendo todos los conocimientos de que
disponemos. Hecho que cambia radicalmente las perspectivas de evaluación de
idoneidad para una actividad o profesión. No se trata ya sólo de los
conocimientos sino de lo que se comprende y de la interrelación entre los mismos.
Comprender y relacionar serán características determinantes en el futuro
próximo. Sin dominio del lenguaje no hay comprensión. En tercer lugar, un país
sin una lengua que permita la comunicación eficaz entre sus ciudadanos avanza
hacia la pobreza material, cultural e intelectual como sociedad, donde los más
perjudicados serán siempre los débiles, la clase que trabaja para mantener a la
sociedad. Por lo tanto, el lenguaje es herencia y patrimonio social que no se
debe ni se puede enajenar.
En el informe PISA de 2018, España no
estaba reflejada, debido a las muchas y graves irregularidades que se dieron en
la evaluación de la competencia lectora, por lo que la OCDE decidió no
proporcionar resultados respecto a España. Además, no podía aparecer por los
bajos resultados en matemáticas y ciencias que, aunque se les hubiera sumado la
comprensión lectora del anterior informe (2015), no sumaba para estar
representada en el gráfico.
La LOMLOE no resuelve los problemas cardinales
de la educación española, aunque sí elimina uno: no habrá repetidores puesto
que lo prohíbe. Es obvio que se rebajarán los contenidos formativos pues
tendrán que reducirse en cantidad y profundidad para adaptarse al nivel de los
estudiantes más atrasados. En lugar de forzar a que éstos se superen se
reducirán las exigencias con el fin de avanzar cursos. Aquí subyace un problema
aún más grave, la desidia mental. En la edad donde se forma el carácter, los
jóvenes no precisarán esforzarse para desarrollar sus cometidos. Decaerán los
hábitos de estudio, trabajo, comunicación y sociabilidad. El resultado será una
juventud frágil, mermada intelectualmente e incompetente profesionalmente.
La LOMLOE mantiene la formación
privada, aunque pone obstáculos a la enseñanza concertada y pretende corregir
la idea de que la enseñanza pública es peor que la privada, así como que las escuelas
privadas son para las clases pudientes y las públicas para la gente sin medios,
donde recibirán una formación insuficiente para competir en el mercado laboral.
Formación selecta para ricos, formación basura para pobres.
Ya se vislumbra la silueta del mundo que viene: una élite dominante controlando los recursos y el conocimiento, producción regulada por Inteligencia Artificial y movida por robots, y una inmensa mayoría sometida, obediente y feliz. Por ignorancia.
En todo caso, de un Gobierno de
izquierdas se espera una formación pública potente, donde la modalidad público
o privado es irrelevante porque cualquier de los dos sistemas estaría dentro de
la enseñanza del Estado guiada por una buena política educativa. La calidad de
esta política la evaluaría el número de deserciones del alumnado.
Finalmente, La LOMLOE marca el punto
de inflexión entre dos épocas. La era industrial donde la clase trabajadora
tenía interiorizado el lema “la ciencia nos hará libres”, con la era
postindustrial cuyo lema “la ignorancia nos hará felices” se va implantando
subrepticiamente sin pausa.
Si se quiere levantar este país (es
decir, que la gente disponga de medios de vida que la haga feliz individual y
colectivamente, que pueda progresar material, cultural y psíquicamente) es
preciso un pacto por una sociedad aprendiente. Personas, instituciones,
administraciones, políticos incluidos, deben aprender al ritmo de cambio del
entorno. En segundo lugar, es ineludible que todas las fuerzas sociales consideren el estado de
emergencia educativa para levantar buenas escuelas públicas, con un profesorado
y equipos directivos reconocidos profesional y socialmente. Es inasumible para
la sociedad que cada nuevo gobierno componga una ley de educación con el solo
objetivo de eliminar la anterior.
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