EL ASESINATO DE UNA VALIENTE PERIODISTA PALESTINA
Mahmoud M. Rabbani
El significado y la amplitud del carácter nacional palestino
del entierro de Shireen es innegable para todos los observadores. Algo que ha
molestado a las fuerzas militares israelíes de ocupación, llevando a cabo un
ataque repugnante, bárbaro, inhumano y ignominioso,
condenado por muchos como España, la UE y la ONU, a los asistentes del funeral,
incluido a familiares y compañeros que llevaban su ataúd, estando a punto de caer al suelo.
Estos hechos suponen un recordatorio de la realidad.
Israel considera a Jerusalén como su
capital "reunificada" desde que conquistó su parte oriental en 1967.
Sin embargo, los palestinos han considerado siempre, desde siglos, a Jerusalén
como su capital. La población palestina ha estado creciendo constantemente: La
Ciudad Santa, a pesar de la implantación de nuevos asentamientos de colonos judíos en su municipio, es ahora un 40% árabe y la Ciudad Vieja un
90%. Siempre es difícil predecir qué es lo que puede desencadenar una lucha en esta
ciudad, o lo que puede unirla aparte de la "defensa" de los lugares
sagrados de Al-Aqsa y sus iglesias. Pero el viernes 13 de mayo se unió
alrededor de los restos de una valiente periodista palestina que no desempeñaba
ningún papel político o militar. Durante dos décadas había estado narrando las
pequeñas y grandes miserias de la ocupación israelí de los territorios
palestinos. El asesinato y entierro de Shireen ha reafirmado Jerusalén como
palestina.
A los 51 años, Shireen Abu Akleh, de una familia cristiana
presente en la Ciudad Santa y en otras partes del mundo, como muchas familias
palestinas después de la Nakba de 1948 que se conmemora el 15 de mayo cada año,
pasaba su tiempo entre Beit Hanin en Jerusalén y Ramallah. Shireen era una
figura y una profesional respetada en los territorios palestinos ocupados, una
periodista que vivía para su trabajo,
constantemente sobre el terreno. Shireen Abu Akleh cubrió la batalla de Jenin
en 2002, durante la cual el ejército destruyó parcialmente el campamento de
refugiados, y entró directamente en la leyenda de la resistencia palestina.
Graduada por la universidad pública de Yarmouk, Jordania, trabajó brevemente en
The Voice of Palestine y Radio Monte Carlo antes de unirse a Al Jazeera en
1997.
Al Jazeera es objeto
de constantes críticas y agresiones por
parte de las autoridades israelíes por cubrir la información sobre la opresión
israelí de los palestinos. El año pasado, otra reportera de Al Jazeera, Givara
Budeiri, fue detenida brevemente durante una protesta en Jerusalén y hospitalizada
por una fractura de mano. Shireen Abu Akleh ha muerto casi un año después de la
destrucción de la Torre Al-Jalaa, que albergaba las oficinas de su canal en la
Franja de Gaza, por un ataque aéreo israelí en medio de una guerra entre Israel
y Hamás. El ejército sostiene que en el edificio había un centro de mando del
movimiento islamista, pero nunca aportó pruebas que respaldaran esta acusación.
El asesinato intencionado a sangre fría de Shireen Abu Akleh es un crimen de odio que
tiene por objetivo impedir que los periodistas y medios de comunicación hagan
su trabajo con profesionalidad y
objetividad. Se trata de querer intimidarlos para que no transmitan la verdad
de lo que ven in situ en Palestina bajo la ocupación israelí. Refleja el
desprecio israelí por la opinión pública mundial y por la libertad de
información y expresión.
Es un golpe contra los valores universales de la
información. Es una grave violación de
los Convenios de Ginebra y de lo
proclamado por el Consejo de Seguridad
de la ONU en la resolución 2222/2015 sobre la protección de los periodistas. Es
necesaria una urgente investigación internacional independiente y transparente
para llevar a los responsables de este asesinato ante los tribunales por la
comisión de crímenes de guerra.
Mahmoud M. Rabbani
Catedrático de Universidad jubilado
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