NEGOCIACIÓN COLECTIVA Y MOVILIZACIÓN

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Gregorio Benito Batres

  Negociación colectiva y movilización, ésta con expresión más clara en los Derechos de Huelga, de Manifestación, y aquella en los derechos de reunión, sindicación y representación, son dos instituciones históricas antes del Derecho del Trabajo, y después, ya formando parte de la juridificación en las democracias de nuestro entorno. Históricas, pero no sencillas de establecerse y consolidarse, y con diversos avances y retrocesos. Las dictaduras burguesas se han caracterizado por no incluirlas en sus instituciones políticas y reprimir con dureza las expresiones que las exigían. Las democracias de baja calidad las han limitado, las han acotado y las han puesto en tela de juicio permanentemente. Sólo hay que echar un vistazo a la prensa burguesa de nuestro país ante la convocatoria de huelgas o manifestaciones de trabajadores. Los cuerpos y fuerzas y las magistraturas no suelen ser tan condescendientes ante incumplimientos de las Leyes protectoras de la burguesía. Estoy esperando el resultado de la ejecución de sanciones con ocasión del incumplimiento masivo por parte de determinados sectores sociales de las normas de salud pública establecidas con motivo de la pandemia.

Se trata, por tanto, de derechos en conflicto con derechos esenciales del capitalismo, como son la explotación, el derecho al beneficio sin límites –véase comisiones-, la libertad para fijar el salario, el horario, el despido, etc. Nada nuevo bajo el Sol. No nos debemos de sorprender, estamos en una democracia burguesa. En la que el poder lo ejerce la burguesía. Cuando no están en el Gobierno son los poderes fácticos, con siglos de historia en nuestro país: Dios, Patria, Rey, junto con los poderes económicos, y todos ellos intrincados, los que lo ejercen contra millones de españoles distraídos con el espectáculo.

Cómo resolver el grave problema. Estallando la burbuja y haciendo volver a la realidad a los colectivos hipnotizados. Pero son los propios hipnotizados los que deben salir de su encantamiento. Hay que preparar el contexto, pero en estos casos se necesita, además y oportunamente, un catalizador. Un chasquido, un golpe seco, un ¡despierta! 

La negociación colectiva, recuperada con la actual reforma laboral, y la movilización para conseguir unas condiciones de trabajo y de vida dignas y decentes, pueden y deben actuar de catalizador. Los sindicatos, los representantes de los trabajadores y los propios trabajadores deben de actuar como catalizador. ¿Quién salvará a este chiquillo menor que un grano de arena? ¿De dónde saldrá el martillo verdugo de esta cadena? Que salga del corazón de los hombres jornaleros, que antes de ser hombres son y han sido niños yunteros.

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