LOS PRESUPUESTOS DEL 2022 O LA CONTINUIDAD DEL GIRO
Antonio Mora Plaza
Pero volviendo a nuestros presupuestos del 2022, el siguiente hecho notable es el aumento del gasto social, con una cifra directa de 248.391 millones de euros. La parte del león de esta cantidad se la llevan las pensiones con 171.165 millones y donde están también el resto de las prestaciones: el desempleo, el acceso a la vivienda, migraciones, economía social, etc. Y a esta cifra hay que añadir las que dediquen las Comunidades, ayuntamientos y resto de administraciones al tema social, puesto que van a recibir 70.729 millones de la Administración Central que, sumados con los ingresos fiscales de los impuestos cedidos y compartidos, llegaran a 126.508 millones de euros. Esta cifra será la suma de la cifra transferida desde los presupuestos generales más 10.702 millones de los fondos de la Nest Generation EU y otros más 7.004 millones de transferencias extraordinarias, también desde la Administración Central. No creo que tengan motivos de queja las Comunidades salvo que se la inventen. Y aquí dependerá la parte dedicada a lo social según el color político con las que se gobiernen. Otra cifra notable es la partida dedicada a la Deuda Pública, con 30.175 millones, que servirá para pagar los intereses que se devenguen en el año más la destinada a la amortización de esta deuda según intenciones que se desprenden de los presupuestos. Es una cifra importante y deberá servir para acometer posibles subidas de los tipos de interés que encarezcan la deuda viva. La cifra del 120% de deuda sobre PIB parece una barrera que el Gobierno nunca parece dispuesto a traspasar, lo cual es razonable. Es verdad que se anuncian posibles subidas de tipos ante los repuntes de inflación, pero también parece que estos repuntes son más coyunturales que consolidados porque se deben más al gasto energético en algunas de sus fuentes que por un aumento de la demanda, que no dejar de ser también un hecho. Este aumento es siempre bifronte porque tiene esas dos caras: permite tirar de la producción pero, si no va seguido de aumentos de productividad, puede provocar tensiones inflacionistas. Son notables también los aumentos destinados a la ciencia (18,9%) y a defensa (7,9%), y la cifra global de inversiones –que no detallo- de 40.000 millones, aunque esto es siempre una pelea entre qué es gasto y qué es inversión.
Y ahora viene la contrapartida, es decir, los ingresos. Los fiscales se estiman en 232.352 millones, a los que hay que sumar los 27.633 millones del fondo europeo (Next Generation EU), más otros ingresos no fiscales (patrimoniales, enajenaciones, activos financieros, etc.) y más los ingresos derivados de las cotizaciones, que se prevén de 173.640 millones, con una recuperación también prevista del 10% según el ministro Sr. Escrivá. Esperemos que sea así porque es verdad que el aumento del número de cotizantes ha sido notable y casi sorprendente, con 19.530.000 millones, levemente por encima a la cifra previa al covid19. En todo caso el Gobierno prevé que el déficit sea del 5% y que la deuda quede –supuestamente a fin del 2022- en el 115,1%. Veremos si se consigue porque, para ello, la economía española debe crecer por encima del 6% al menos.
Desde luego desde el punto de vista de los ingresos tiene mucho margen para aumentarlos y hacerlo con justicia social. Los tres grandes problemas que retienen el aumento de los ingresos del conjunto de las Administraciones son el fraude fiscal, los impuestos cedidos y compartidos a las Comunidades autónomas y el conjunto de desgravaciones, bonificaciones, exenciones y deducciones de los impuestos, tanto de la Administración Central como de las Comunidades. Es el propio Ministerio de Hacienda quien ha estimado el fraude en 45.000 millones y en 51.529 millones los menores ingresos derivados de este conjunto de deducciones. También es notable la baja recaudación del impuesto de Sociedades, de tal forma de que, a pesar del aumento de la actividad económica, aún se estima la recaudación por este impuesto de casi la mitad de lo recaudado en el año anterior a la crisis comenzada en el 2018. Una buena noticia es la implantación del tipo mínimo del 15%, aunque no queda claro aún cual será la base imponible ni quienes serán los sujetos pasivos de este impuesto.
Los
presupuestos dan para mucha tinta –que se decía antes del advenimiento de lo
digital- pero aquí se ha intentado un esbozo de las partidas más
representativas o que llaman más la atención, además del hecho global. El
capitalismo, es decir, este sistema económico, donde hay un divorcio total
entre trabajo y capital –tanto en su faceta física como financiera-, ya no se
sostiene por sí mismo, es decir, por las fuerzas del solo mercado. Está con parihuelas y quizá más pronto que tarde se
consolidará su sostenimiento desde lo público. Lo que hace falta es que vayan
surgiendo inercias y formas económicas que, por sí solas, vayan sustituyendo al
sistema capitalista porque demuestren que son más eficaces. El sistema está
herido, se atisban alternativas, pero no se consolidan ni se libran de los
defectos del sistema actual. Veremos que pasa en los próximos decenios en el planeta.
[1] Hubo también un pacto político entre las fuerzas
democráticas con el Ejército y la Iglesia católica que consistió en modernizar
el primero y entrar en la OTAN, y con la segunda mantener el status quo de la enseñanza religiosa
católica en, al menos, la enseñanza concertada y la privada.
[2] Se usa este término, pero en realidad los ingresos
totales del Estado no son solo los fiscales, pero esta cuestión ahí la dejamos.
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