IDA Y FRANCISCO

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 Antonio Sánchez Nieto


Nuestra Isabel Diaz Ayuso (IDA), con ese verbo flamígero que Dios le dio, ha vuelto a organizar un sindiós.

Al Papa Francisco se le ha ocurrido pedir perdón por los abusos de la evangelización de América por los españoles, sin caer en la cuenta de que entre éstos había madrileños. Llegada la noticia a oídos de nuestra IDA, que se andaba por las Américas cazando fondos buitre, le ha montado el pollo por este ataque a la reputación de un imperio cuya capital era Madrid.

¡Pobre Francisco! Se va a enterar de quien es la doncella de Madrid, nuestra Juana de Arco. Y eso que anda el hombre preocupado porque, culto como es, conoce como se las gastan los españoles (los verdaderos, claro) y recuerda el Saco de Roma en 1527, que provocó gran escándalo y terror en su tiempo pues no se conocía nada tan vandálico desde tiempos de Alarico. El afrancesado papa escapó, pero Roma no volvió a ser lo que era.

Francisco no es consciente de la confusión que crea entre sus seguidores, acostumbrados a que la Iglesia conceda el perdón de los pecados (ajenos) y no que lo pida por los propios.

Dando por hecho que el Paráclito erró en la elección de su vicario en la Tierra, a Francisco unos le tienen por íncubo, otros por hereje y los más laicos sospechan que es un infiltrado de la IV Internacional. Se veía venir. La cosa empezó con el compadreo del Nazareno con la canalla y termina con un papa rojo. Yo añado un factor que considero determinante: es argentino.

 Nadie como los argentinos es capaz de remover las fobias y filias, sonrisas y lágrimas de los españoles. Maradona, Messi, Pablo Echenique, Errejón (bueno, no es argentino, pero es de Laclau), Borges, la patricia Cayetana Álvarez de Toledo…Esta última ganó su doctorado con una tesis sobre el virrey Palafox, personaje enviado a México en los catastróficos cuarenta del siglo XVII para acabar con los abusos de las ordenes mendicantes y los jesuitas sobre los indígenas.  Con su actividad se ganó fama y cariño de los indios, que le siguen llamando el santo obispo de Puebla, y su consecuente destierro como obispo a Osma, que es mi pueblo. Si bien su memoria como personaje histórico fue borrada por los jesuitas, pervive su nombre gracias a un restaurante que organiza matanzas. Viene a cuento esta digresión por el asunto de los indigenistas entre los que sospecho no se encuentra nuestra Cayetana.

Mientras tanto IDA, que políticamente se posa a la derecha de Dios Padre, ha sabido captar de nuevo los profundos sentimientos de orgullo de los españoles (los verdaderos, claro) sobre su imperio hacia Dios. Sabe que, cuando se les toca lo sagrado, son capaces de los mayores sacrificios. ¡Incluso… leer! Más de cien mil españoles han leído Imperiofobia, de Elvira Roca. Eso no ocurría desde los tiempos en que se editó Los protocolos de los sabios de Sion.

Yo espero, por el bien de la Iglesia, que el Papa (ya puestos, uno mas no importa) pida perdón a Isabel. Sería fatídico para el pais un conflicto entre papistas e isabelinos, como el que se dio en Inglaterra en siglo XVI. Tendría tremendas repercusiones así en el Cielo como en la Tierra.  Para mí es un asunto de urgencia dada mi provecta edad.  Según fuentes generalmente bien informadas, en la puerta del Paraíso han colgado una pancarta con el “NO PASARÁN”. ¿A quién se refieren? ¿A los papistas? (el portero, San Pedro, fue el primero del oficio), ¿o a los católicos (los verdaderos, claro)?

Estoy estresado. Cada vez ponen más obstáculos a la entrada en el club. Ya no basta con ser virtuoso. Ahora hay que definirse.

¡Dios salve al Papa!

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