Sobre el despegue de Europa

imprimir página

 Antonio Sánchez Nieto

 


Aunque desde el siglo XVI las transformaciones políticas y económicas en Europa la habían permitido aventajar a los estados (o tal vez, civilizaciones) orientales, no se puede asegurar que esta ventaja fuera irreversible; el nivel tecnológico y la organización social eran bastante similares y nada permite una respuesta determinista en el sentido de que la Historia hubiera podido tomar otro rumbo.

¿Qué fue lo que permitió que entre 1500 y 1800 los países europeos dieran el gran salto que provocara una distancia irrecuperable en nivel de desarrollo respecto a los orientales (imperio otomano, la India, China y Japón)?  Es una pregunta clásica de los historiadores; en este caso, voy a resumir como Pikketty se apunta, en su Capital e Ideología, a la “tesis fiscal”.

Desde el siglo XVI al XVIII los estados europeos estuvieron compitiendo entre ellos en un estado de guerra casi permanente (en el XVI, conflictos entre España y Francia, en Flandes, en Italia, contra Inglaterra; en el XVII, la Guerra de los Treinta Años…; en el XVIII, la guerra de Sucesión española, la de los Siete Años, y multitud de pequeñas guerras). Esa guerra incesante alimentó una capacidad fiscal sin precedentes. Entre 1500 y 1.800 la presión fiscal en los estados europeos creció desde el 1-2 por ciento de la renta nacional al 6-8 por ciento. Mientras tanto, en China, la India, el imperio Otomano o Japón, la presión fiscal se mantuvo en el 1-2 por ciento durante todo el periodo. Su poder demográfico y territorial nunca fue puesto en peligro por vecinos competitivos, por lo que nunca tuvieron una necesidad acuciante de tener ejércitos gigantescos.

Por ejemplo, hacia 1.550 los franceses tenían un ejército de 80.000 hombres, los ingleses 70.000, mientras el Imperio Otomano rondaba los 150.000. En 1.780, Francia tenía 280.000 soldados y 170.000 Inglaterra.  Si a ellas se suman las dos nuevas potencias que no existían en el XVI, como Prusia (180.000 hombres) y Austria (250.000), y los avances tecnológicos en navíos y cañones, dieron a Europa una ventaja militar ante los estados orientales ya irreversible. La diversidad nacional creó la necesidad de defensa y consiguientes recursos fiscales.

Mientras, el ejercito otomano se mantenía en los mismos efectivos que en el XVI. Tanto China como la India se mantenían como sociedades relativamente unidas y no tuvieron incentivos para armarse, como los países europeos. Evidentemente, es una explicación no determinista: además del factor fiscal se dieron otras causas que explican el despegue.

El otro gran salto se dio a principios del siglo XX. En vísperas de la Primera Guerra Mundial los países ricos pasaron de tener unos ingresos fiscales equivalentes al 8-10 por ciento de su renta al 30-40 por ciento en la década de los 80. Pero, si en el primer salto los ingresos fiscales se dedicaban en su casi totalidad a financiar el ejército y la maquinaria administrativa del Estado, sin dedicar apenas recursos a sanidad o educación, en el siglo XX se justifican por la necesidad de financiar el Estado de Bienestar, sin el cual la estabilidad social del modelo capitalista es muy problemática.

Sin caer en la estupidez de afirmar que la presión fiscal siempre es positiva, es imposible desligar el cambio de crecimiento económico y la mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población de estos cambios fiscales. Y nunca sobra recordar que es la necesidad la que impone los procesos de cambio.

 

  Madrid enero 2021

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

A LA MEMORIA DE GREGORIO BENITO BATRES

LOS APOYOS DE ISRAEL Y EL CHANTAJE EMOCIONAL DE LOS JUDÍOS

CURIOSIDADES HISTÓRICAS