DESAFÍOS EXTREMOS PARA EL NUEVO CURSO POLÍTICO
Hormigas Rojas.
Efectivamente, la última remodelación de parte de la cúpula
del PSOE y de la portavocía de su grupo parlamentario, así como las recientes
medidas de recorte energético del Gobierno, las fuertes incertidumbres
económicas generadas por la invasión de Ucrania y la política de sanciones (algunos
países están revisando sus previsiones económicas a la baja e, incluso, varios
países han entrado en recesión técnica) y el comienzo del debate presupuestario
darán paso a la última parte de la actual etapa presidida por la pandemia y cargada
de hechos singularmente importantes y significativos (prueba de ello es que se
han aprobado en torno a 155 iniciativas legislativas en lo que va de mandato).
Atrás ha quedado el debate sobre la constitución del Gobierno de coalición
(estéril por la falta de alternativas con la fragmentación política y la actual
relación de fuerzas), la presencia de Unidas Podemos (UP) en el Gobierno, la
nefasta etapa de Pablo Casado al frente del PP y, finalmente, la salida del
vicepresidente Pablo Iglesias del Gobierno del Estado.
En este contexto político, el PP arranca el curso con las
encuestas favorables después de los excelentes resultados obtenidos en las
elecciones de Andalucía. Sin embargo, Núñez Feijóo no acaba de perfilar un relato
convincente, creíble y “centrado” ante la imperiosa necesidad de frenar las
embestidas y ocurrencias de Díaz Ayuso y la fuerza amenazante de VOX. Su reiterada
actitud negativa ante la obligada renovación del Consejo General del Poder
Judicial (CGPJ), sus declaraciones catastrofistas y contradictorias en relación
con los notables datos anuales de desempleo y de temporalidad de nuestro
mercado de trabajo, el positivo incremento del PIB, así como su negativa a ultranza
a suscribir las iniciativas del Gobierno, en relación con la reducción del
consumo de materias primas (“ahorro energético”), demuestran su creciente interés
carroñero por magnificar el descontento social, su falta de liderazgo y una escasa
visión de Estado. Un discurso alimentado de manera repugnante y torticera por
algunos medios de comunicación (“caverna mediática”), interesados en silenciar
y desacreditar los importantes logros alcanzados por el actual Gobierno, en un
contexto político y económico extremadamente difícil, utilizando para ello,
incluso, bulos y falsas noticias.
Por su parte, Ciudadanos se prepara para una desaparición digna
como partido político en el actual mapa electoral. Los resultados de Andalucía
y las últimas encuestas así lo confirman ante la huida de sus electores al PP,
VOX y, en menor medida, al PSOE. Por su parte, todo indica que VOX ha tocado
techo después del fiasco relacionado con las expectativas electorales de
Macarena Olona en Andalucía y su abandono de la política. Por supuesto, la mayoría
de los electores no acaban de asumir un relato periclitado, montaraz y al
margen de la realidad social, a pesar de la fuerte presencia de la ultraderecha
en algunos países europeos.
En el espacio de la izquierda, Yolanda Díaz se afana en
“Sumar” apoyos de cara a las elecciones generales. No lo tendrá nada fácil, en UP
existen serias diferencias interna, incluso podría desaparecer. Por su parte,
el Partido Comunista (PC) ha salido muy dividido de su último congreso, lo que
afectará también a Izquierda Unida (IU), aunque esta formación política se
presenta como la principal valedora de la iniciativa de Yolanda Díaz; por otra
parte, sería poco presentable que ésta marginara a UP o que esta última formación
política boicoteara su proyecto y, desde luego, que IU y UP se presenten por
separado a las elecciones municipales y autonómicas. En cualquier caso, la
experiencia determina que es muy complicado construir un partido o una
coalición de partidos en tan poco tiempo.
Por lo tanto, no es extraño que se multipliquen las preguntas
de muchos ciudadanos exigiendo
respuestas concretas en este proceso: políticas a seguir en el contexto
internacional (UE, invasión de Ucrania y presencia en la OTAN), en el debate
territorial (Cataluña y País Vasco), en relación al déficit y a la deuda
pública, así como en la protección social (pensiones, desempleo, dependencia e ingreso
mínimo vital), los servicios públicos, la reforma fiscal (basada en la eficiencia
y la progresividad), el cambio climático, su posición ante el ideario socialdemócrata…
y, finalmente, sobre un modelo de partido capaz de impulsar la participación de
los militantes y el debate democrático, tanto en la toma de decisiones como en
la elección de dirigentes y candidatos.
Por su parte, el PSOE se encuentra en una verdadera
encrucijada, a pesar de haber ganado holgadamente Pedro Sánchez (en términos
dialécticos) el debate sobre el Estado de la nación. Desde luego, los logros
del Gobierno (PSOE y UP) resultan evidentes en muchas materias y se pueden
considerar positivos, al margen de los errores cometidos y la falta de debate
con sus socios y apoyos en algunas facetas (por ejemplo, el asunto del Sáhara),
así como la falta de empatía y de comunicación con los ciudadanos a la hora de poner
en valor sus políticas. Sin embargo, no debemos olvidar que la política
gubernamental se ha hecho a costa del PSOE como partido político. Se puede
manifestar, en la actualidad, que el PSOE no está realmente presente en el
tejido social ni en las organizaciones que lo componen. La actividad en las
agrupaciones territoriales es prácticamente nula y, por lo tanto, su relación
con los ayuntamientos y sindicatos brilla por su ausencia y carece de la
significación y relevancia necesarias (la experiencia en las últimas elecciones
andaluzas es particularmente significativa).
Por eso, es exigible una mayor participación de los
militantes en el debate político dada su escasa presencia activa, incluso en campañas
electorales. Los últimos cambios orgánicos del PSOE llevados a cabo por Pedro
Sánchez han sido inapropiados para resolver esta importante carencia y están
llamados a ser muy poco eficaces, a no ser que lo que se pretenda sea
fortalecer el control del partido desde la Moncloa. No es creíble que la
ministra de Hacienda pueda desarrollar con éxito (al margen de su competencia y
valía) la tarea que le corresponde como nueva vicesecretaria general del partido
(“incompatibilidad práctica de cargos”). Lo mismo podemos manifestar de la
ministra de Educación como portavoz del PSOE. Incluso, se han producido
últimamente algunos nombramientos que recuerdan a las “puertas giratorias” fuertemente
rechazadas por los militantes y la mayoría de los electores.
Por su parte, el Gobierno de coalición debe aparcar sus
desavenencias internas y aceptar, de una vez por todas, que el PSOE y UP están
condenados a entenderse (sin coalición no hay gobierno de izquierdas), con el
agravante de que los electores no comprenden las frecuentes disputas que se
producen. El acuerdo de gobierno entre el PSOE y UP está para cumplirse y ello exige
seguir defendiendo una política marcadamente progresista: profundizar la
libertad y la democracia, fortalecer y desarrollar aún más las políticas de
empleo, la protección social, los servicios públicos, la fiscalidad acordada,
combatir el cambio climático y la sequía en la España vacía…
Este último asunto representa un reto mayúsculo para la UE y,
particularmente, para España. Las recientes olas de calor han puesto nuevamente
de manifiesto la urgencia de luchar contra el cambio climático y de emprender
una acción decidida para conseguir una transición justa del carbón a las
energías renovables. Por eso, España debe encabezar el impulso hacia dichas
energías (sobre todo eólica y solar), al amparo de sus favorables condiciones
climatológicas. Debemos recordar que el ascenso de las temperaturas medias, el
deshielo ártico, a subida del nivel del mar, la extensión de la sequía y la
contaminación de las ciudades son hechos muy graves que debemos combatir con
inteligencia y con la participación de los interlocutores sociales y de las
organizaciones ecologistas, además de contar con una financiación pública y
privada transparente, adecuada y alejada de la voracidad de las empresas
multinacionales. No debemos olvidar que esta política será decisiva para
reducir de manera sostenida las emisiones de gas de efecto invernadero:
instalación de energías limpias, movilidad eléctrica, edificios inteligentes,
transporte público, aviones menos contaminantes… Estas nuevas realidades
políticas, económicas y sociales condicionarán y obligarán, aún más si cabe, a
acelerar el imprescindible cambio estructural de nuestro modelo productivo.
En todo caso, El PSOE y UP no deben basar su política en las
encuestas ni abusar del marketing político y de las políticas de cartón
piedra. Deben impulsar políticas que conecten con la mayoría de los ciudadanos
desde planteamientos de izquierda, y sólo desde la izquierda se debe aspirar a ocupar
el mayor espacio electoral posible hacia el centro político. El concepto de
“clase media trabajadora” (o es clase media o es clase trabajadora) utilizado
por el presidente del Gobierno es equívoco, artificial y muy poco riguroso con las
políticas que se pretenden defender desde la izquierda en el actual contexto
político.
Por último, el Gobierno debe evitar cometer nuevos errores y
mantener, sin ningún tipo de concesiones, sus compromisos con la mayoría social,
sin que ello signifique olvidar los efectos negativos del aumento de la
inflación y tampoco, en perspectiva, la necesaria consolidación fiscal (118% del
PIB de deuda pública y un déficit estructural del 4,5%), ante un posible
incremento de la prima de riesgo ante el alza de los tipos de interés del BCE. El
reto resulta mayúsculo, lo que justifica y exige potenciar las medidas encaminadas
a profundizar en la democracia, la libertad y la defensa de los más vulnerables;
en definitiva, practicar la justicia social y luchar contra la desigualdad, la
pobreza, la exclusión social, la intolerancia, la mediocridad, el catastrofismo
y el populismo reaccionario de las derechas. A pesar de las muchas
dificultades, la movilización y el trabajo riguroso y militante, dentro de las organizaciones
de izquierda, está llamado a conseguir que los electores terminen por asumir con
determinación y reforzada ilusión estas políticas, en detrimento de las actitudes
reaccionarias y negacionistas del PP (“no sistemáticamente a todo”) que, si
nadie lo remedia, nos conducirán a la regresión, al retroceso y a la
mediocridad. Estaremos atentos a lo que nos vaya deparando el nuevo y decisivo
curso político.
(Gabriel Moreno, Antonio Sánchez, Nina Ramírez, Antón
Saracíbar, Javier Velasco, Ramón Utrera, Pedro Espino, Juan Sotres)
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