DE MITOS Y MENTIRAS

Antonio Sánchez Nieto. Nunca conocí a mi abuelo, peón caminero, que estuvo en la Guerra de Cuba, la del 98. Como todos los pobres de la época era ágrafo y seguramente analfabeto. Mi padre solo le mencionaba cuando memorísticamente recitaba las cosas que le había contado de aquel sitio tan bonito en que había contraído la malaria (aquí llamada paludismo) a consecuencia de la cual falleció muchos años más tarde en un lugar de La Mancha. Casi cien años más tarde, gocé de un viaje entre La Habana y Santiago donde el guía mencionaba “trochas” que, para su sorpresa, yo recordaba por su nombre correcto (trocha de Júcar Morón, de Mariel…). Cuando era púber y leía a Salgari me encantaba un relato verbal que, de mayor, consideré despectivamente romance de ciego ya que contradecía la Historia escrita, siempre más seria. Contaba mi abuelo que había estado en la batalla final, Las Lomas de San Juan, donde habían dado una gran paliza a los americanos, aunq...