Comentarios sobre Capital e Ideología
Acabo de leer el libro de Thomas Piketty [Capital e ideología (Capital et idéologíe, Seuil), Ediciones Deusto, S.A], y me parece un ensayo deslumbrante.
Tratan las mil quinientas páginas
del ensayo de establecer la naturaleza, origen y desarrollo de la desigualdad
y sus posibles soluciones. Si durante los últimos cuarenta años la hegemonía
cultural liberal había logrado arrinconar el debate sobre este asunto como obsoleto
(fin de la Historia con el triunfo definitivo del
capitalismo) e ilegitimo por interesar solo a comunistas
nostálgicos, la gran crisis económica ha hundido el crédito del neoliberalismo
económico y hecho emerger entre los restos del naufragio el fantasma de la
desigualdad. El tema vuelve a estar de moda.
Escribe su libro Piketty, como lo
haría un economista antiguo, no olvidando que esta “ciencia social” comenzó
llamándose, muy adecuadamente, economía política. Si en la
genuina ciencia, el método de conocimiento es el experimento, en esta “ciencia
social” el método de verificación es la experiencia; es decir, la
Historia.
Como fenómeno socioeconómico, analiza la desigualdad no solo en sus
dimensiones económicas, sino también políticas, sociales, e intelectuales; un
enfoque holístico.
En contraste con esa pandemia de autores oscuros que con dibujos
cabalísticos tratan de disfrazar su incapacidad expositiva, aquí datos y
gráficos clarifican lo que se lee. Este no es un libro restringido a elites
intelectuales sino abierto al gran público.
Meritorio también su esfuerzo para evitar en
lo posible el enfoque exclusivamente eurocéntrico. A medida que el peso
relativo de nuestra civilización tiende a disminuir en un mundo crecientemente
globalizado, esta necesaria labor de limpieza se está facilitando.
Su amplia apoyatura histórica,
plena de erudición, construye un asiento sólido al análisis de los fenómenos
sociales actuales (del 2019). Porque este ensayo es, sobre todo, un arma
ideológica en el debate que se avecina en manos de un economista que reivindica
un proyecto radical socialdemócrata (al tiempo que denuncia la deriva hacia la
irrelevancia de los partidos que fueron socialdemócratas). No se limita a
relatar a distancia los avatares de la sociedad, sino que plantea propuestas
novedosas para solucionar el terrible problema de la desigualdad. Propuestas
factibles que, teniendo una lógica aplastante, contrarían el actual “sentido
común” y él sabe imposibles de adoptar por cualquier partido político, ni
siquiera como calendario utópico. Intuyo una sutil denuncia sobre la falta (¿o
más bien abandono?) de cualquier “relato movilizador” de la izquierda.
Las primeras quinientas páginas
las dedica al análisis histórico de como las elites han justificado (ideología)
en cada momento y situación, la vergüenza de la desigualdad.
Comienza con las sociedades ternarias (que no son exclusivamente
europeas; en la India adoptan la forma de sistema de castas) y su justificación
en las tres funciones correspondientes al clero (rezar), la nobleza (defender)
y el pueblo llano (trabajar). Poder y propiedad son inseparables y el argumento
legitimador es la sangre.
A la sociedad estamental releva la invención de la propiedad moderna con
la Revolución Francesa en 1789. Denomina a esta época de las sociedades
propietaristas por ser la propiedad la justificación de la
desigualdad. Dentro de esa lógica,
aparecen las sociedades esclavistas y, como epígono, el colonialismo.
Es el siglo XX el de la crisis de las sociedades propietaristas y la
aparición de la socialdemocracia, el comunismo y el hipercapitalismo, que
conforman nuestra sociedad actual en la que la justificación de la desigualdad
se basa en el mérito.
Al inicio del siglo XX, las masas irrumpen en la política con conquistas
como el voto universal y la eclosión del estado fiscal y social, basado en los
impuestos progresivos que culminaría, en gran parte de los países
industrializados, en el Estado del Bienestar. Este flujo
progresista de la historia de la Humanidad se frenó a finales del XX con la
reacción neoliberal.
Sobre estos cimientos históricos, que
ocupan las primeras quinientas páginas del libro, comienza Piketty el análisis
exhaustivo de las transformaciones políticas y sociales que están construyendo
nuestra sociedad, tratando de explicar la actual regresión en lo que parecía un
movimiento irreversible hacia una civilización socialdemócrata.
Lo hace examinando individual y
dialécticamente el estado de desigualdad en civilizaciones tan diferentes como
las europeas, Rusia, China, la India, Oriente Próximo, Brasil, Japón,
Irán…buscando afinidades y diferencias que señalen la existencia de corrientes
de fondo comunes en el confuso contexto de la globalización.
En las últimas mil páginas analiza de forma
exhaustiva de los fenómenos políticos y sociales que están transformando
nuestra sociedad desde los años ochenta.
La evolución del sistema
educativo del sistema educativo como causa, no única pero esencial, en el
colapso de la posición relativa de las clases populares en EE. UU.; la
formación y naturaleza de las sociedades socialdemócratas europeas y su actual
paralización; la fiscalidad justa y la igualdad educativa como bases de la
igualdad; el cambio del conflicto político con la vuelta a las fronteras
debilitando el debate sobre la propiedad: de la luchas de clases a las luchas
identitarias; la transformación de la izquierda electoral desde 1945: como el
partido de los trabajadores se transformó en el partido de los titulados; la
izquierda brahmánica; el derrumbe del sistema derecha-izquierda y su
sustitución por la alternancia entre elites de la izquierda brahmánica y la
derecha de mercado (caso Francia) ; la eclosión del social-nativismo ; el
dumping fiscal y el síndrome de país pequeño.; Cataluña
como ejemplo de las nuevas tensiones separatistas; sobre la construcción de un
espacio democrático internacional…en fin, enumero una lista no exhaustiva de
los fenómenos que trata Piketty y que
protagonizan los debates sobre las transformaciones que afectan a nuestras
sociedades.
Las ultimas cien páginas las
dedica a plantear sus propuestas para “un socialismo participativo en el siglo
XXI”.
No me extiendo en su explicación
porque me parecen, aunque atractivas, utópicas en las actuales circunstancias,
aunque él las presenta como factibles por lógicas. No creo que la abolición de
la herencia y su sustitución por un sistema de propiedad social y temporal, o
la participación realmente igualitaria de los trabajadores en las empresas
privadas, sean objetivos alcanzables por el mero convencimiento intelectual y
ético de las elites propietarias. El relato que nos hace plantea, al contrario,
que todos los hitos en ese progreso hacia la igualdad han ido precedidos de
luchas, revoluciones y catástrofes bélicas.
Lo cierto es que el libro de
Piketty, como si fuera una novela negra, nos regala un final sorprendente. Por
el título (Capital e Ideología), la materia que analiza (la Igualdad), la
metodología histórica utilizada (la de Annales), la forma dialéctica de razonar,
…y hasta la finalidad aparente del ensayo (instrumento duro de debate
ideológico al servicio de la izquierda), parece fácil de clasificar: blanco y
en botella… ¡pues no! No es un artilugio ni marxista ni marxiano. Y es él mismo
quien lo desmiente. Frente a la tesis del Manifiesto Comunista “La historia de
todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la
lucha de clases”, Piketty plantea “…es la historia de la lucha de las
ideologías y de la búsqueda de la justicia.” Lo plantea como una reformulación
complementaria, pero, de hecho, es una tesis que niega la mayor del Manifiesto.
Como el contenido del ensayo parece contradecir en todo momento su tesis me
deja en situación de desconcierto respecto a la motivación de esta confusa
“confesión”. ¿Busca facilitar la difusión del ensayo? (no lo creo porque el
autor ya era muy conocido) ¿Añagaza de “criptojudio” frente al Santo Oficio?
(no hemos llegado todavía a ese estadio…)
En fin, olvídese el desahogo de
este lector confundido, y centrémonos en lo importante: recomiendo vehemente la lectura de este
extenso y lúcido análisis a quien tenga curiosidad por los complejos avatares
de nuestra sociedad. Creo que es una obra tan útil como importante.
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