Rusia, Ucrania y … la OTAN como problema

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El conflicto entre Rusia y Ucrania se ha presentado por los medios occidentales como el deseo de Putin de hacerse con la nación de la revolución naranja, como si Rusia fuera un país imperialista al estilo de la Gran Bretaña hace un siglo o como ahora lo pretende de otras maneras los EE.UU. Pero la realidad parece que se va imponiendo. Putin, por desagradable que pueda parecernos, tiene la virtud de no hacer nunca lo que parece que va a hacer. Todo parecía que la concentración de unos 130.000 soldados en torno a la frontera ucrania indicaba que no se iba a detener y que invadiría ese país. O al menos así nos lo han presentado muchos medios. Pero Putin parece que ha leído a Tzu Sun cuando dice aquello que la táctica sin estrategia es el ruido que precede a la derrota. Desde el principio el presidente del país de Pedro y Catalina, ambos Grandes, tenía claro su objetivo, objetivo que los medios occidentales no querían desvelar: que Putin no va a permitir que se instalen bases militares de la OTAN en Ucrania, pero solo pretende eso, no más. Todo parece más bien una escenificación militar de demostración de fuerza, de resolución. Poner bases en Ucrania es como si Rusia pusiera bases militares en el Estado en la ciudad mejicana de Jalisco. ¿Qué dirían los estadounidenses si algo así ocurriera? Es verdad que Rusia controla en la práctica la región del Donbás y que la parte del Dniéper hacia Oriente es una zona muy rusificada, pero no parece que la intención del presidente ruso sea la anexión de Ucrania ni una parte de ella. No es una intención como la demostrada por Hitler con la anexión de los Sudetes; ni siquiera parece que vaya más allá de lo hecho con Crimea, a pesar de que la región del Donbás la controla en la práctica. Rusia no es un país imperialista pero sí ha demostrado en el pasado que quiere rodearse de fronteras seguras y esas fronteras se concretan en que no permitirá que alguno de los 16 países con los que tiene fronteras tenga bases de la OTAN, que es tanto como decir bases americanas. A diferencia de China, Rusia solo es un superponencia en lo militar porque su PIB es algo inferior al de Italia, pero sus 27 millones de muertos a manos de la Alemania de Hitler pesan quizá sobre el presente. Eso, más 17 millones de kms. cuadrados de su territorio, más las agresiones japonesas y nazis del pasado, dan como resultado ese deseo de cordón fronterizo exento de bases yanquis en su proximidad que Putin quiere legar a su patria cuando deje el cargo. Eso parece explicar lo que ha pasado y lo que aún pasa en esa zona. 

En clave española parece excesiva la reacción del Gobierno -máxime cuando la población española se ha opuesto a las guerras originadas por la OTAN o alguno de sus socios- mandando su mejor fragata, una escuadra de 4 aviones de combate de Albacete y otros navíos de apoyo logístico, pero hay que pensarlo como un guiño a nuestro mayor problema y potencial enemigo que es el Marruecos de la mano del sátrapa aluita. Es verdad que la OTAN como tal no puede intervenir en el conflicto hispano-marroquí por la situación geográfica de las ciudades de Ceuta y Melilla, pero con la presencia militar española en el Mar Negro y en Bulgaria –en su espacio aéreo– con la escuadra está mandando un guiño al presidente americano para que deje de apoyar a Marruecos en su conflicto con España. Si España es un socio serio de la Alianza –nos guste o no a los que votamos en contra de la OTAN en su momento– también debe ser correspondida como su aliado preferencial en el caso de tener que elegir bando la USA de Biden. De alguna manera la presencia militar española en el conflicto ruso-ucraniano pone a prueba a la OTAN, es decir, al presidente Biden. En las alianzas del tipo que sea y, sobre todo militares, no se puede ni ser neutral entre socios y no socios. Y menos sesgar el apoyo del que no lo es. Veremos que pasa.

 


 

 

 

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