Elecciones en Castilla y León

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El domingo están llamados a las urnas 2.094.000 castellano-leoneses para elegir al Parlamento de la comunidad (81 escaños) porque su presidente y líder regional del PP, Alfonso Fernández Mañueco, tuvo la feliz iniciativa de desprenderse de su partido consorte en el gobierno –que era Ciudadanos– para conseguir la mayoría absoluta que, según algunas encuestas de medios claramente de derechas, le daban esa apetecible mayoría. Hay que matizar que la mayoría absoluta se da cuando un gobierno alcanza la mitad más uno de los escaños en unas elecciones y no, como decía el ABC, que “el PP alcanzaría la mayoría absoluta junto con VOX”. Y es que en estas elecciones algunos medios han jugado de papel impulsor del PP. El motivo de que algo tan absurdo se haga como es anticipar las elecciones cuando se está gobernando parece que ha sido el efecto demostración de la comunidad de Madrid, en la que gobernaba el PP con Ciudadanos y la presidenta de Madrid convocó elecciones y le salió bien la jugada. Pero el resto de España no es Madrid. Esta comunidad –la madrileña– se ha convertido en un agujero negro de recursos, en un paraíso fiscal, con efectos atractivos por su capitalidad administrativa. Y eso ha permitido que una analfabeta funcional como es la señora Ayuso haya ganado a un filósofo de prestigio como Ángel Gabilondo. Eso sí, eso deja a los madrileños votantes de la derecha al pie de los caballos de la indigencia cultural. 

Y es que Castilla y León es precisamente uno de los territorios que sufren el paraíso fiscal de la comunidad madrileña. De ahí que surjan formaciones políticas regionales como la Unión del Pueblo Leonés, Por Ávila, Soria ¡Ya! o España Vaciada. El caso es que la torpeza de la derecha ha abierto la posibilidad de un gobierno de izquierdas en Castilla y León. O, como mal menor, que el PP se vea en la necesidad de gobernar con un partido de extrema derecha, algo que no gusta en Bruselas. Por ejemplo, en Alemania la CDU de Merkel, derrotada en las urnas, ni siquiera ha intentado formar gobierno porque sabía que necesitaba para tal fin a la extrema derecha germana. Y lo que parece es que, en España, VOX, partido heredero de la dictadura franquista, remozado con tintes “modernos” como la xenofobia, el machismo y el antiecologismo, da votos a la izquierda porque moviliza a los renuentes a votar, sacude consciencias. Existe la vaga pero certera idea de que, si VOX gobernara, acabaría con la democracia, sea con tanques en la calle si puede, sea con el BOE, ilegalizando partidos, sindicatos, movimientos culturales, etc. O, simplemente, dejándoles sin presupuestos, como ya propone a troche y moche en los parlamentos donde influye. VOX parece que quiere dar el salto de pasar de apoyar al PP a reclamar consejerías. La conclusión más acertada de estos comicios parece la de que, si el PP no obtiene la mayoría absoluta, el liderazgo de Pablo Casado queda tocado y la convocatoria de elecciones habrá sido un fiasco para el PP español y no solo castellano-leonés. Y la otra conclusión es que, en efecto, España no es Madrid sino que Madrid es un problema para España de la mano del PP. Y esta idea, como lluvia fina, parece que va calando –insistimos– en las conciencias de los que no votan en la ciudad del oso y el madroño. 

Veremos que pasa el día 13 de este mes de febrero porque todo parece abierto según las últimas encuestas.

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