LA SALUD LABORAL, UN DESAFÍO POLÍTICO Y SOCIAL
Hormigas Rojas
Los daños derivados de la actividad laboral, ya sea por accidentes de trabajo, por enfermedades profesionales o derivadas del trabajo, que desarrolla el envejecimiento prematuro de los trabajadores, desencadenan sufrimientos muy elevados a éstos física, psíquica, económica y socialmente. Supone un gasto inmenso en lo económico y en recursos humanos y técnicos alcanzando el valor del 1% del PIB. El entorno laboral define la salud pública.
La salud laboral es el conjunto de actividades, prácticas y políticas destinadas a promover y proteger la salud física, mental y social de los trabajadores en el entorno de trabajo. El objetivo principal es prevenir enfermedades y accidentes laborales, mejorar las condiciones de trabajo y fomentar un ambiente que sea seguro, saludable y productivo. Sin embargo, la realidad va más allá de un enfoque puramente técnico o médico. Es un problema intrínsecamente ligado a las relaciones de poder y a la estructura económica de la sociedad. A lo largo de la historia, la lucha por la mejora de las condiciones de vida y de trabajo ha sido un principio fundamental del movimiento obrero y lo seguirá siendo en el futuro. Este artículo explora la salud laboral desde una perspectiva crítica, analizando los datos más recientes sobre siniestralidad y absentismo en España, contextualizándolos dentro de una estructura de explotación que ve a la fuerza de trabajo como un factor de producción sujeto a agotamiento y sustitución.
La salud de los trabajadores es un problema mundial siendo más agresivo en aquellos países cuyas relaciones laborales están menos desarrolladas. Según la OIT, cada año se producen más de 2,3 millones de muertes en los lugares de trabajo; es decir, 6.500 trabajadores mueren al día en el mundo por causas derivadas de los accidentes de trabajo En la UE, a pesar de los avances producidos, todavía mueren cada año más de 6.000 personas como consecuencia de los accidentes de trabajo, según datos de Eurostat. Persisten en el mundo formas inhumanas de trabajo: esclavismo, trabajo infantil, sobreexplotación que hieren la dignidad humana y representan una vergüenza para la humanidad por el solo objetivo de la obtención de beneficios económicos.
La Fuerza de Trabajo como Mercancía.
El concepto de salud laboral está profundamente entrelazado con la explotación, aspecto consustancial al sistema capitalista. La búsqueda de plusvalía, la ganancia que se extrae del trabajo asalariado, lleva en última instancia al agotamiento de la fuerza de trabajo. En este contexto, se establece una diferencia fundamental entre la fuerza de trabajo humana y la maquinaria. Mientras que el empresario debe invertir capital para sustituir una máquina desgastada, la solución en el caso del trabajador es simplemente su reemplazo. El coste de la reproducción de la fuerza de trabajo no recae sobre el empresario, sino sobre la sociedad en su conjunto. Esto permite a los empleadores disponer de sucesivas remesas de trabajadores que, a menudo, están mejor capacitados, son más resistentes y, paradójicamente, más baratos, listos para la sustitución. Esta perspectiva deshumanizadora de la fuerza de trabajo es clave para comprender la problemática de la salud laboral.
Siniestralidad y el Absentismo en España (2023-2024).
Los datos sobre siniestralidad y absentismo en España en 2023 y 2024, provenientes del Observatorio de Contingencias Profesionales de la Seguridad Social y el Ministerio de Trabajo, difundidos por los sindicatos, reflejan una situación alarmante.
Los accidentes mortales, durante el año 2023 fueron 721 creciendo un 10,4 % en 2024. Es decir 796 trabajadores muertos. 646 en su centro de trabajo y 150 in itinere
En cuanto a la gravedad, los accidentes graves en el puesto de trabajo (incluyendo los in itinere) fueron 4.930 en 2023, bajando ligeramente a 4.796 en 2024. Por su parte, los accidentes leves aumentaron, pasando de 619.484 en 2023 a 622.708 en 2024.
Por otra parte, el número de partes de enfermedades profesionales declarados experimentó un incremento significativo. En 2023, se registraron 25.625 partes, un 14,4% más que en 2022, cifra que ascendió a 26.993 en 2024, lo que supone un incremento adicional del 5,4%. Según la mutua Asepeyo, estas enfermedades representan solo el 2% de los partes de accidentes y enfermedades declarados, pero suponen el 13% del coste total combinado de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales (AT+EP). A pesar de la alta incidencia, existe una grave infradeclaración de las enfermedades profesionales. Es especialmente notable en el caso de las enfermedades psicosociales y las relacionadas con el cáncer o silicatos, a pesar de que representan una parte significativa del coste total del siniestro laboral. Todos los expertos coinciden en que las enfermedades profesionales son el problema más lacerante en un futuro muy próximo. Los sindicatos declaran que se vienen utilizando en los últimos años materias potencialmente peligrosas sin conocer sus efectos perniciosos a medio y largo plazo, como ocurre con la exposición a las nanopartículas o partículas ultrafinas, las redes WIFI y otras tecnologías inalámbricas (contaminación electromagnética o electropolución), poco conocidas en estos momentos y que se pueden convertir en lesiones profesionales como ocurrió en su día con el polvo de sílice (silicosis), el plomo y el amianto (asbestosis), por sus efectos letales derivados de su manipulación. Insisten en que la infradeclaración de las enfermedades profesionales causa 10 veces más muertes que los accidentes de trabajo.
Otra ocurrencia preocupante relacionada con la salud en el trabajo es el absentismo laboral o ausencia del trabajo por bajas médicas, accidentes u otros motivos. La tasa de absentismo total sobre el total de horas de trabajo, según la Encuesta Trimestral de Costes Laborales del INE y Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, mostró un crecimiento moderado, pasando del 6,6% en 2023 al 6,7% en 2024. El componente médico, es decir, el absentismo por incapacidad temporal (IT), también aumentó, del 5,0% al 5,2% en el mismo período. El número medio de trabajadores ausentes diariamente por motivos médicos creció de 1.090.000 en 2023 a 1.140.000 al cierre de 2024. La prevalencia de bajas por cada 1.000 trabajadores fue de 53,3 en 2024. El coste económico de este fenómeno es colosal. Según el Informe Anual del Banco de España, en los últimos años, el gasto de la Seguridad Social española en la atención y cura de los trabajadores por contingencias laborales —es decir, accidentes de trabajo y enfermedades profesionales— ha mostrado un crecimiento sostenido, alcanzando en 2024 los 16.480 millones de euros, lo que representa aproximadamente el 1 % del PIB, que relacionado con el gasto público en sanidad se aproxima al 20 % del total. Este incremento, del 78,5 % respecto a 2019, refleja tanto un aumento de la incidencia de las bajas médicas como una mayor duración de las mismas, que en 2024 alcanzó una media de 42,9 días, siendo una de las causas principales de la saturación de los servicios sanitarios. La tasa de trabajadores en baja por IT aumentó del 2,7 % en 2019 al 4,4 % en 2024, casi duplicándose
Si se reconocieran de forma efectiva los daños a la salud producidos por el trabajo y las enfermedades laborales como contingencias profesionales, y no como enfermedades comunes, una parte significativa del coste económico pasaría a ser asumido por las Mutuas de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales (MATEPSS), y no por el sistema general. Sin embargo, tanto el INSS como muchas administraciones autonómicas tienden a evitar esta reclasificación, generando una transferencia injusta del coste hacia los trabajadores y la sanidad pública.
Causas Estructurales y la Obsolescencia de la Fuerza de Trabajo.
La dureza de los datos no es casual. Detrás de estas cifras se encuentran causas estructurales en el mercado laboral y las relaciones de producción. La ruptura de la estabilidad en el puesto de trabajo, la alta rotación y la persistente temporalidad de los contratos son factores determinantes. A esto se suma la descentralización productiva, la externalización de actividades propias de la empresa, la excesiva subcontratación y la desregulación de las relaciones laborales. Estos factores, combinados con la intensificación de la carga de trabajo, la flexibilidad productiva y los salarios de pobreza que obligan a realizar dobles jornadas, provocan un acortamiento del “período de amortización” del trabajador. El resultado es que los trabajadores son desechados como “juguetes rotos”, con períodos de maduración cada vez más cortos y un sufrimiento mayor. Este panorama, además de la carga física, eleva la carga psíquica, extendiendo sus consecuencias al entorno familiar y social y aumentando la violencia y las conductas agresivas originadas en el trabajo.
Frente a esta realidad, sorprende que muchas políticas públicas sigan abordando la salud laboral desde una óptica individualista y moralizante, centrada en el estilo de vida de los trabajadores y no en las condiciones estructurales del trabajo. Discursos que apelan al autocuidado, la dieta, el deporte o el abandono de hábitos como el alcohol y el tabaco, dejan en segundo plano los verdaderos factores determinantes del daño laboral, ignorando conscientemente las causas sistémicas y estructurales que están en la raíz del problema.
La Negociación Colectiva y la Resistencia Empresarial.
La negociación colectiva, que debería ser un espacio privilegiado para la mejora de las condiciones de trabajo, muestra una preocupante pobreza en contenidos de prevención de riesgos laborales. A menudo, los aspectos de salud y seguridad en el trabajo son utilizados como moneda de cambio para obtener reivindicaciones económicas o garantías sindicales, que sintomáticamente centran la presión de las negociaciones. La tenaz resistencia empresarial a incluir estos temas en los convenios es un hecho constatable, y su causa reside en la estrecha relación que la prevención tiene con la organización del trabajo, que es el núcleo del poder empresarial, el que dirime las relaciones laborales, las relaciones de poder y hasta las bases democráticas. En la organización del trabajo está la clave para mejorar las condiciones de trabajo. Por lo mismo es imprescindible la participación de los trabajadores en ese diseño, asunto que rechazan los patrones.
La Salud Laboral como Categoría Política del conflicto del capital con el trabajo.
Las condiciones de trabajo y salud no son fortuitas; están fuertemente condicionadas por el modo y las relaciones de producción de cada momento y lugar. Por lo tanto, no se puede analizar la salud laboral ni proponer soluciones al margen de este contexto. Las condiciones de riesgo en las que se desarrolla el trabajo están determinadas socialmente por la relación de fuerzas entre el Capital y el Trabajo.
La salud laboral, las condiciones de trabajo y sus consecuencias para la salud de los trabajadores son parte fundamental del debate sobre el sistema capitalista. Impulsar un debate social que involucre a trabajadores, medios de comunicación y al Estado implica cuestionar el propio sistema y el papel del Estado como mediador social. La salud de los trabajadores es un problema político y social de primera magnitud que debe ser enfocado como una categoría política por las organizaciones de clase. Seguir tratándolo como un problema de baja intensidad, meramente económico-laboral, solo sirve para enfriar el debate y beneficiar a los mercaderes. En última instancia, la salud laboral es el centro mismo de la lucha de clases. Clases que sí existen ―como proclaman los representantes del Capital orgullosos de que la van ganando― a pesar de la desconsideración de la izquierda reinante.
La visión de Angelo Mosso en 1905, en su obra "La Fatica", resuena con fuerza en la actualidad: “Si miramos hacia atrás, y en particular la historia de los últimos siglos, vemos que en todos los pueblos persiste una preocupación: intensificar el trabajo del cerebro y de los brazos. La sociedad moderna se fatiga siempre más vertiginosamente con instrumentos preparados cada vez mejor para multiplicar y hacer que el trabajo de los músculos y de la inteligencia sea siempre más productivo. La ampliación prodigiosa de las industrias, la velocidad siempre mayor de las máquinas nos persigue y la prisa nos llevará a crecer siempre más, hasta el extremo, hasta allí donde la ley del agotamiento pondrá un límite insuperable a la avaricia de la ganancia”.
Esta visión es hoy una cruda realidad, con una fuerza de trabajo humana expuesta a riesgos cada vez más elevados, con el consiguiente coste social y sanitario.
Existen razones poderosas para trabajar por la disminución de los accidentes y las enfermedades profesionales, hasta situarlas, cuando menos, en la media europea. Por eso los sindicatos han asumido que el cuidado de la salud es una parte fundamental de su acción sindical y una reivindicación obligada para ser introducida en la negociación colectiva de sectores y empresas bajo el principio: la salud no se vende ni se delega, se defiende. Queda pendiente que también lo hagan las administraciones públicas (particularmente la Inspección de Trabajo) y, sobre todo, los empresarios, que dejan mucho que desear en el cumplimento de sus obligaciones relacionadas con la salud en el trabajo.
En recuerdo de los trabajadores que lucharon por la salud, y, en especial, de Gregorio Benito Batres, símbolo de la lucha incansable por la salud y seguridad de todos.


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