CUENTOS. 23 de abril, día Mundial del Libro
Gregorio Benito Batres
Analista Sindical
Se miente más de la cuenta por falta de fantasía,
también la verdad se inventa.
Machado padre.
Desde
1995 y por iniciativa de la UNESCO, el día 23 de Abril se viene celebrando anualmente
el Día Mundial del Libro. Y es oportuno actualmente traer el Libro a portada, cuando se viene
perdiendo con rapidez la cultura del libro en el soporte con el que nació y ha
alcanzado su máxima utilidad, belleza y grandeza: el papel.
A lo largo de su larga historia el libro en papel ha rendido grandes beneficios y utilidades a la humanidad. Especialmente, su capacidad para poner en las manos de millones de seres humanos, tan distintos y diversos, a lo largo de tantas épocas históricas, la trasmisión de sentimientos, ideas, conocimientos. Nos han hecho llorar, reír, disfrutar, conocer, aprender, imaginar. Nos han ayudado a comprender a los demás y a comprendernos a nosotros mismos. Nos han ayudado a pensar. Nos han ayudado, y ayudan todos los días, a vivir, a dormir, a soñar.
Y seguramente, uno de los géneros literarios que más han aprovechado las posibilidades que ofrece el soporte papel es el Cuento. Como pasa en todos los cambios tecnológicos revolucionarios, con los nuevos sistemas se gana y se pierde.
La tradición oral en el cuento ha sido larga y tremendamente enriquecedora para las personas. El cuento, contado oralmente, en directo, ofrece unas posibilidades que el papel no alcanza. Tan es así, que volvemos permanentemente a contar los cuentos. A nuestros hijos y nietos, a los niños, para dormir, para entretenerlos. Y cara a cara, en el directo, el cuento adquiere una fuerza inigualable. Los pliegos de cordel, el Teatro, hoy Cine, audio, CDs, cintas magnéticas…, nos ofrecen “enlatadas” las voces humanas tan personales, tan dramatizadas que nos hacen revivir el cuento contado de nuestra infancia. Son los nuevos soportes, más cómodos, capaces de incorporar efectos especiales, pero con limitaciones imposibles de salvar respecto al cuento oral, contado en directo, por personas cercanas. También el cuento, en soporte papel, se puede contar presencialmente. Es la forma más cercana a aquel cuento contado de memoria, que va sufriendo modificaciones a lo largo del tiempo y de sus contadores. Pero el papel, por ahora, no tiene la plasticidad, variaciones y espontaneidad del cuenta cuentos humano.
Hace
unos días le regalé a mi nieta Celia, de 9 años, un libro de chistes de niños.
Mi nieta últimamente se divertía y nos divertía contando chistes, sin ser
pesada, y he de decir que no se le daba mal. Cuando empezó a leer el libro le
hizo ilusión y lo empezó a utilizar para contar nuevos chistes que desconocía y
le hacían gracia. Como en el famoso ejemplo que utilizan los especialistas en
comunicación, de la cadena de mensajes al oído entre participantes, que se va
transformando hasta no parecerse al primer mensaje, adornado o deformado, el
chiste, como el cuento o la historia contada, se transforman a voluntad del
contador y adquieren un toque personal.
La colaboración e inspiración para otras actividades artísticas está presente habitualmente en el cuento. Así lo es con la Música, la Danza, el Musical, el Cine.
¿El cuento viene de Oriente? Seguramente, los conocidos cuentos de Las mil y una noches y muchos más procedentes de Oriente nos han llevado a pensar que el cuento tiene uno de sus orígenes en las culturas orientales: India, China, Persia, Arabia. Las fantasías desplegadas en sus leyendas nos atraen, nos envuelven, nos rodean de perfumes exóticos, y exóticas mujeres y príncipes. Pero probablemente los orígenes más antiguos se remontan a la vida de nuestros antepasados prehistóricos, a las noches frías alrededor del fuego mágico, reunidos en esa convivencia social previa al descanso, Los cuentos, como otras expresiones culturales y artísticas del ser humano, han nacido en diversas regiones y sociedades y han reflejado una impresionante variedad, resultado de la propia diversidad de las sociedades. Los cuentos nos permiten rastrear características propias y distintas formas de vida, de valores, de conductas y comportamientos sociales. Hay una antropología y una filología del cuento de gran valor para el historiador.
Los antiguos cuentos se han contado y trasmitido mediante la tradición oral. Cuentos contados al calor de la lumbre en las frías y tristes noches de invierno. Cuentos en familia. Junto a la cama del niño para dormir soñando y soñar despierto. Los cuentos se han contado cantando. Los ciegos, con los pliegos de cordel, los juglares, acompañándose de música, han caminado de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, de esquina en esquina, contándonos historias fantásticas y lejanas que les sucedían a otras gentes pero que nos acercaban a ellas, a sus vidas, tan distintas de las nuestras, tan rutinarias y tristes, pero reconocibles o deseadas en las nuestras. Como en Las mil y una noches, los capítulos de las series televisivas actuales se hilvanan entre sí, capítulo tras capitulo, a desear con ansiedad el desenlace final, que se va alargando indefinidamente, tirando de nosotros para continuar entretenidos y atentos.
Y su importancia pedagógica es indiscutible y poderosa. Siempre contiene un mensaje Filosófico, Moral, Ideológico, Científico, Sexual, de comportamiento social. Trasmitiendo valores sociales, religiosos, familiares, no por simples menos potentes. Lo que hace del cuento un instrumento altamente sensible a pesar de su aparente sencillez e inocencia. Precisamente, por esto último, el educador tiene una función muy relevante para la explicación crítica del cuento. Explicación y debate, que deben sacar a la luz los elementos más desapercibidos y sutiles del cuento.
Muchos
de los escritores más conocidos han dedicado en alguna ocasión un espacio al
cuento. Pero los más conocidos y prolijos escritores de cuentos se han dedicado
al género, con exclusividad. Cuentos para niños y cuentos para adultos. Es poco
conocido que el guardiense Samaniego escribió, además de las famosas Fábulas,
cuentos eróticos de tono subido. Las edades, el género, la diversidad
geográfica, o la situación social, han servido para segmentar diversos tipos de
cuentos. Hay cuentos para lectores del medio rural y otros para lectores del
medio urbano. Hay claves que cada lector debe poseer para entender cada
situación. Y el cuenta cuentos debe conocer muy bien esas características para
que lo que cuenta atraiga la atención y sea “creíble”. Lo que conduce al lector
a la “inmersión” en la historia. A partir de ello el lector o el oyente queda
atrapado e hipnotizado hasta el final. Hay una perdida de consciencia sobre el
mundo real y sólo nos queda la fantasía como realidad. Por muy irreal que la
fantasía sea.
El cuento entretiene, despierta la curiosidad, estimula la imaginación, el lenguaje, la fabulación, la fantasía y la creatividad, y pone las bases para la creación literaria futura del pequeño y embelesado oyente.
¿Qué es el Metaverso sino un fantástico cuento? ¿No hemos vivido otras vidas y nos hemos sumergido en ellas, escuchando, leyendo, escribiendo, contemplando fantásticas ilustraciones, teatralizando, gesticulando y fantaseando cuentos?
El cuento escrito actúa como ampliación y reservorio de la memoria,
conservando a nuestra disposición, y a disposición de cualquier cuenta cuentos, la posibilidad de
utilizarlo en el momento en que lo necesitemos, haciéndolo nuestro. Como nos
espeta el enamorado en El cartero de
Neruda de Skármeta, la poesía no es del que la escribe sino del que la
necesita. En esta sociedad mercantilizada la fantasía no debería tener derechos
de autor.
Comentarios
Publicar un comentario