LA DANA
Antonio Sánchez Nieto Dios creó el Universo en siete días y dejó que la Humanidad se rigiese por las leyes del libre mercado. Una típica operación de subrogación delegando la responsabilidad de la empresa al hombre. Ciertamente la creación en una semana fue tarea tan agotadora y eficiente que justifica su eterno descanso. Pero, con las prisas, diseñó mal su mantenimiento. O quiso escurrir el bulto traspasando la responsabilidad a su criatura. Al mecanismo le llamaron en un principio libre albedrio pero a su versión actual le llaman libertad (de mercado, por supuesto). Funciona incluso en las catástrofes naturales. Pongamos como ejemplo la “dana” de Valencia. Obedeciendo a leyes físicas, ajenas al mercado, se forma cuando le parece y toda injerencia humana se concreta en calentamientos iracundos cada vez frecuentes. Imposible de domesticar, lo único que cabe a los humanos es no interponerse en su camino. Lo de ¡Dios lo quiere!, que invocaban los cruzados para justificar sus a