UNA JORNADA EN LA ESPAÑA VACIADA

Antonio Sánchez Nieto Tengo ochenta años y mi casa de pueblo el triple. Se sitúa en un pueblito de trescientos residentes a veinte kilómetros de Zamora, entre viñas y dehesas, tierra generosa en agua, fauna y frio. Aquí no son las rapaces sino los rapaces los que están en peligro de extinción: la gente es vieja como la tierra. Gente frugal que se siente abandonada y despreciada por los políticos y los de la capital. Ferozmente individualistas, no se concitan ni se mueven, se van. Los que no pueden se quedan en el villorrio, que hace las funciones de residencia geriátrica, donde son visitados por sus descendientes hasta que estos alcanzan la capacidad de pagarse vacaciones. Ayer fueron los idus de agosto, cuando Castilla ardía en fiestas; pero este año de pandemia simplemente arde. Necesito ir al día siguiente a Zamora a comprar víveres, pues el pueblo no tiene tiendas ni nada. Las fue perdiendo y hoy solo queda lo imprescindible: el bar. Allí me informan que los nuevos proc...